La fase de la ilusión

Recuerdo Internet antes que exisitera Google. Solía buscar las webs en catálogos impresos, como si fueran las páginas amarillas. Después vinieros los primeros buscadores y pocos años más tarde, un día leí un artículo en un revista especializada de un buscador nuevo que estaba empezando y vi esa la foto de Page y Brin por primera vez. Lo probé, y como a muchos, me llamaba la atención su página sencilla y de carga rápida, algo especialmente importante en la época de los modems de 28kbps. Por aquella época era sólo una empresa más que estaba empezando en Internet y no sabíamos si seguiría existiendo en unos años.

La fase atractiva

15 años más tarde, ya todos conocían el nombre Google y se convirtió en la empresa de moda. La década de los 00 creo que fueron su época dorada. Todos los informáticos quería trabajar ahí. Poner Google en tu CV era un sello que muchos ansiaban. Tener acceso a su infraestructura era muy atractivo. Además su ánimo a “organizar el mundo” como decían ellos, era algo que necesitabamos en un Internet cada vez más caótico y extenso. Su slogan inicial de “organizar la información del mundo y hacerla útil y accesible de forma universal”. Bueno, consiguieron organizar la información del mundo y tambien hacerla útil y rentable. Lo de hacerla accesible de forma universal ya se les fue olvidando…

La fase de la decepción

No ocurrió de un día un para otro y es dificil ponerle fecha, pero gradualmente la reputación de Google se fué invirtiendo. Quiźas fue en el 2013 con las revelaciones de Snowden o un poco antes con el descubrimiento del programa Prism de la NSA. El caso es que la empresa que te hacía la vida más fácil, gradualmente y sin darte cuenta, pasó de trabajar para tí a trabajar a costa tuya.

Su propio slogan interno que era “Don’t be evil” (no seas malvado), cambió en 2015 a “Do the right thing” (haz lo correcto). En 2018, ya lo eliminarón por completo de su código de conducta. Ahora que lo pienso, quizás esa fecha podría ser candidata a cuando se pasó Google oficialmente al lado oscuro.

En los últimos años, no sólo dejó de ser la empresa donde todos los informáticos quería estar, sino que además varias personas cuando me ha han dicho que trabajan ahí, me lo dicen con vergüenza y con cierta cara de culpa. Algo parecido sucedió con Facebook o Amazon. Como si estuvieran trabajando para el malo de la película.

Personalmente no creo que Page y Brin fueran malintencionados desde el principio. Nadie podía imaginar en 1995 que el capitalismo de vigilancia iba a ser un negocio tan lucrativo. Y que los datos iban a ser el nuevo petróleo. Sin embargo, una vez que tuvieron más poder que algunos gobiernos ya dejaron de importales todo lo demás.

Que una sólo empresa tenga acceso a prácticamente todos los datos de casi todas las personas del planeta es… intrínsecamente peligroso. Tener un perfil detallado de lo que cada ser humano piensa, dice y hace, trae consigo un poder abismal, sobre todo cuando empieza a cruzar esos datos entre sí.

Ya vimos en 2018 el escándalo de Cambridge Analítica y se demostró la capacidad que tiene, cualquiera dispuesto a pagarles, de manipular elecciones o cambiar el pensamiento de la sociedad es casi cualquier cuestión. Todo legalmente además.

La fase de despedida

Por ello, muchas personas, algunas de ellas profesionales del sector, nos hemos visto traicionados.

Todavía, la mayoría de los clientes de Google (a los que hábilmente ellos prefieren llamar usuarios), o no son del todo conscientes de lo que están cediendo por usar sus servicios, o lo que es peor, creen que son lo son, pero dicen no importarles.

Ningún servicio que ofrece Google es realmente gratuito. Si decides usarlo estás aceptando vender tus datos a cambio de sus servicios. Pagas con información privada en vez de dinero.

Cualquiera que precie su privacidad o esté en el mundo de la seguridad informática sabe que hay que utilizar sus servicios es incompatible con la privacidad.

El mérito del demonio

He de reconocerles algo. Hacer el mal lo puede hacer cualquier persona maligna. Pero hacer el mal, convenciendo a tu víctima que le estas haciendo un favor, es un mérito digno de estudio en escuelas de negocios.

Siempre se ha dicho que El mejor truco del demonio es hacer creer que no existe. Pero ellos han conseguido algo más, han conseguido convencer a la población que es necesario y útil que toda su vida quede registrada y sea analizada en tiempo real. Que por seguridad ellos tienen que saber todo lo que hace todo el mundo.

Hay una frase famosa, que además tiene una versión escrita en la estatua de la libertad:

Aquellos que ceden libertades a cambio de seguridad, no merecen ni libertad ni seguridad. Benjamin Franklin.(1706-1790).